jueves, 5 de febrero de 2015

El topo Juan

El topo Juan

Había una vez en un raíl cercano a un campo, un pequeño tren abandonado.

En el tren casi todo estaba lleno de telarañas. En los diferentes vagones se habían ido metiendo distintos animales. En el primero había tigres viejos y malolientes. En el segundo todo estaba lleno de pájaros, la mayoría eran tucanes. En el tercer vagón todo era muy diferente a los demás, porque en él habitaba un pequeño topo al que le gustaba tocar viejas telas. El topo se llamaba Juan. A Juan le habían abandonado de bebé y le habían dejado en el viejo tren. Le encantaba jugar a la pelota que le había regalado su abuelo Tomás unos meses antes de que sus padres Teófilo y Tania le abandonaran.

Todos los días Juan se levantaba a las diez y media y se acostaba a las once en punto, excepto los fines de semana que se iba a la cama a las tres de la mañana.

Normalmente solía comer en su pequeño salón, en el que tenía una televisión de tres pulgadas y una tabla de un tapiz que había encontrado en la basura que le servía como sofá. En el baño tenía un váter de juguete y una taza llena de agua caliente que le servía como piscina o bañera. Además tenía una especie de jardín dentro del vagón, donde había piel de un abrigo de color verde y un tractor de juguete en el que salía para coger la comida por el campo.

Una mañana Juan salió como todos los días afuera para cavar un agujero profundo, sólo pararía cuando encontrase una larva o un insecto para el desayuno.

Después de un buen rato cavando tocó algo que le impresionó mucho. Era muy duro y sonaba hueco. Siguió cavando y al final destapó un plateado tubo en el que las larvas corrían. No se lo pensó dos veces y se llevó el tubo con las larvas dentro y lo desayunó plácidamente.

Al siguiente día decidió volver a dejar el tubo donde estaba por si contenía alguna enfermedad perjudicial. Nada más posarlo en la tierra las larvas corrieron hacia él y se pusieron a dormir. De nuevo Juan se llevó el tubo con las larvas dentro y volvió a desayunar las larvas. Después le fue a enseñar el maravilloso objeto que había encontrado a Teodoro el tucán que estaba en el segundo vagón. Nada más enseñarselo una sombra se vió por detrás. Era gigante y estaba rugiendo, era un tigre enfadado que le arrebató el tubo de las manos. Entonces lo mordió y lo partió en diez trozos.

Después Juan tuvo una excelente idea, le dijo a Tomás el tucán que si le llevaba al centro comercial de la ciudad que estaba 10 kilómetros del tren.

Después de diez minutos los dos estaban enfrente. Juan sin pensar se metió en el bolsillo de un chico que entraba en ese momento. Cuando el chico estaba pasando por la zona de metales, Juan vió un tubo idéntico al que le mordió el tigre enfadado. Lo agarró con sus uñas y lo metió en el bolsillo en el que estaba él. Solo hubo un problema, que al salir del centro comercial una alarma pitó y unos policías se lanzaron hacia el chico. Menos mal que Juan pudo salir del bolsillo, llegar hasta el tucán y llegar a su vagón sano y salvo.


Basado: Juan tuvo un tubo, y el tubo que tuvo se le rompió, y para recuperar el tubo que tuvo, tuvo que comprar un tubo, igual al tubo que tuvo.

Cuento en verso

Astérix y Obélix


Había una vez hace miles de años un pequeño pueblo galo,
que estaba invadido alrededor del malvado pueblo romano.
Gracias a su druida Panoramix podían sobrevivir,
por la poción mágica que les hacía por sus venas fluir.
Les daba una fuerza sobrehumana,
que el que toma la poción todas las batallas gana.

Todos los días luchaban contra los romanos,
los romanos siempre salían con heridas en la cara y en las manos.
Después los galos volvían a su pueblo contentos,
aunque un poco sedientos.

Un día los romanos a Panoramix cogieron
y los galos de ira ardieron.
Asterix y Obelix salvarle quisieron
y aunque con mucho esfuerzo lo consiguieron.

Al día siguiente el más viejo de los galos sin contar a Edadepiedrix,
es decir, Vegestorix,
vió que al pesado de la aldea cuando canta, aunque majo cuando calla,
los romanos tenían atrapado en su muralla.
Se lo contó a los galos y pensaron que ya se habían pasado de la raya
y Asterix y Obelix sin pensarlo fueron a la batalla.
Más tarde a los juegos olímpicos fueron,
y allí mucho se rieron.
Cuando Asterix hubo conseguido una batalla ganada
su amigo Obélix le esperaba en la grada.
Cuando al pueblo volvieron
como héroes les recibieron.

martes, 3 de febrero de 2015

Cuento de antónimos

El Pueblo al revés

Había una vez un pueblo que estaba en un pequeño valle, en un bosque muy lejano a la ciudad. En el pueblo había 100 habitantes. Había una herrería que vendía madera, una panadería que vendía yogures, una granja en la que arreglaban ropa...


Un día vino un turista de Sevilla que iba hacer una entrevista a los habitantes del pueblo, para después ponerla en el periódico. El turista quería ver como era su vida cotidiana y quiso ver la cárcel del pueblo para ver si había algún detenido o algún policía.

Cuando entró en la cárcel todo era muy tranquilo. El turista se extrañó mucho, no solo por lo tranquilo que estaba aquello, sino que también porque había objetos antiguos como unos jarrones de cerámica, trozos de casas muy antiguas y apartado de todo lo demás en el centro había una pequeña piedra preciosa… Cuando se acercó a la piedra preciosa no pudo sostener la tentación de tocar el cristal de la caja donde estaba metida. Todo estaba muy oscuro, no había ni un alma hasta que de repente aparecieron cinco personas del techo bajando por unas cuerdas, iban vestidos muy raro iban vestidos como de … policías. De pronto se lanzaron a por el turista y le ataron unas esposas y le metieron en una furgoneta. El turista pensaba que le habrían confundido con un recluto porque estaba en la cárcel, pero cuando los policías le dijeron que estaba detenido por intentar robar el símbolo del pueblo, la piedra preciosa más antigua y más cara de todo el mundo él les contó la historia de cómo estaba ahí, pero los policías no se lo creyeron .

La furgoneta paró en un gran edificio en el que ponía museo. Cuando vio esas letras lo entendió todo. Entendió que por eso en la entrada del pueblo ponía el pueblo al revés y por eso le habían detenido, porque la cárcel era el museo, y el museo era la cárcel. Ya sabía que poner en la noticia pero antes tenía que salir de allí.

Le metieron en unas celdas, no sabía qué hacer, creía que nunca podría salir de allí ya le daba igual que no hiciera la noticia con tal de salir de allí.

Pasó una noche entera en la cárcel. Al día siguiente pensaba lo mismo que el día anterior, pero de repente apareció por detrás un hombre vestido con corbata, que llevaba una placa en la que ponía alcalde. Estaba mirando a todos los presos uno a uno y abriéndoles la celda porque era la hora de comer, le tocó al turista, cuando se la abrió se puso un poco más contento porque pudo salir aunque sólo fuera a comer en el comedor de la cárcel. Se estaban todos marchando menos él que seguía pensando en cuándo saldría de allí. Al alcalde solo le faltaba uno de abrir el que decían que era el más peligroso. Cuándo el alcalde le abrió y se giró para marcharse, el último preso al que acababan de abrir cogió una silla de su celda y se la arrojó al alcalde, el alcalde no se enteró ni tampoco el policía que le acompañaba pero el turista sí y sin saber porque, se tiró hacia el alcalde y le tiró al suelo salvandole de que no se hubiera partido la cabeza por la fuerza con la que el preso había tirado la silla. Gracias a esa buena acción después de comer, cuando todos volvían a sus celdas el alcalde se giró hacia él y le dijo que gracias. El turista le contó su historia y el alcalde a diferencia de los policías si que se la creyó. Le dijo que solo le soltaría si no ponía la noticia del pueblo al revés. El turista aceptó y se marchó de nuevo a Sevilla.

Al día siguiente en la única cadena que tenían las televisiones de pueblo al revés aunque en los demás sitios no la había, dijeron que un turista desconocido salvaba al alcalde y en el periódico de Andalucía el titular era busqueda sin exito y más abajo ponía que un periodista de Sevilla había ido a ver un sitio desconocido donde acampó una noche para seguir un poco más su búsqueda, pero tampoco había encontrado nada ese día, así que tuvo que volver a sevilla.          

Anuncio Hyundai

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De qué es
Hyundai i20

Dónde
Carretera

Cuántas personas salen
En el vídeo salen cinco personas y un perro.

Música (Rápida o lenta)
Lenta

Paisajes
Los paisajes que salen son de un garaje de una carretera. El anuncio se hizo en Otoño porque en una parte del anuncio había hojas caídas y de color marrón.

Anuncio
En el anuncio un Hyundai i20 está en una especie de garaje. En el garaje hay dos pinturas, una es una bomba y la otra es un mono tapándose los oídos. Después el Hyundai i20 arranca y se puede ver en unos espejos. Los espejos están en los ojos de un chico pintado en la pared. Más tarde al coche se le abre la barrera y puede salir del garaje. Cuando sale a la carretera de la ciudad pasa por una pared en la que están pintados dos señores con bigote y pelo afro. Encima de los señores hay dos arbustos que hacen como pelo de los dos chicos. El coche sigue avanzando y pasa por al lado de la playa, en la acera de al lado de la playa hay cuatro personas que son tres chicas y un chico. Al pasar por el sitio en el que todo está lleno de hojas se puede ver a un perro con su propietario paseando. Al final del anuncio el coche para y se puede ver a un muñeco de una persona y a una especie de donut de juguete.

Intención del anuncio
La intención del anuncio es que creamos que es un coche de última tecnología y que está muy bien de precio aunque en verdad es un coche normal y corriente como todos.

Precio
9.950 €


Video: Vídeo de Hyundai